Para mi hermana querida Martha Cantu y su aprendizaje. Con amor y humildad.
Qumran (Hirbet Qumrān) es un torrente del mar Muerto, en
Israel, en cuyas orillas radican las ruinas de un monasterio esenio.
En las grutas de los alrededores se descubrieron, entre 1946 y
1956, unos manuscritos escritos en hebreo y en arameo de gran
importancia para la historia del judaísmo y de los orígenes del
cristianismo.
Con anterioridad a estos hallazgos, Qumran era ya conocido por la literatura de la antigüedad.
El año 77 d. C., Plinio el Viejo publicó su Naturalis historia,
en cuyo libro V describe el mar Muerto: «En la ribera occidental (del
mar Muerto), al abrigo del influjo nocivo (del agua), viven los esenios,
un grupo de solitarios que no tiene igual en el mundo, sin relaciones
sexuales, sin dinero».
Cuando se publicó la obra, la información había quedado desfasada, pues la colonia fue destruida en el 68 d. C.
La fundación de la comunidad de Qumran se sitúa en unos años marcados
por la reacción macabea contra la política de helenización del sirio
Antíoco IV Epífanes.
El nombre esenios deriva del sirio-arameo “hasayya”: “los devotos”.
Se trata probablemente de un grupo de sacerdotes y laicos de
estricta observancia, que, con la caída del sacerdocio sadoquita bajo
Antíoco IV Epífanes, quedaron sin guía y se aliaron durante un tiempo a
los macabeos.
Estos “devotos” fueron los antepasados de los esenios, que en
la siguiente generación se reunieron en el desierto cerca de Qumran bajo
la dirección de un hombre, cuyo nombre no aparece en los rollos de las
cuevas, pero que como “Maestro de Justicia” desempeñó un papel decisivo
de adalid de los esenios.
Era de ascendencia sacerdotal y bajo su dirección tuvo lugar
la desvinculación de los “devotos” del culto en el templo de Jerusalén y
su éxodo de Jerusalén a Qumran, conforme a las palabras de Isaías:
«preparad en el desierto el camino del Señor».
Su adversario era el “Sacerdote de la Impiedad”, seguramente
el sumo sacerdote entonces en funciones en el templo de Jerusalén: el
macabeo Jonatán.
Si el Sacerdote de la Impiedad es Jonatán, entonces la
aparición del Maestro de Justicia y consiguientemente la fundación de la
comunidad esenia se sitúa por los años 150 a. C.
La secta esenia y el grupo de los hombres que moraban en
Qumran no son lo mismo. Los esenios habitaban en las ciudades, en tanto
que los hombres de Qumran vivían en el desierto, como núcleo radical,
escindido de los primeros, separado de las “moradas de los hombres de la
impiedad”.
Cuestiones como por ejemplo el celibato encuentran así su
explicación, ya que, mientras que el reducido círculo de los esenios
radicados en Qumran renunciaba a las relaciones sexuales, las
confraternidades laicas que estaban dispersas por el país y habitaban en
núcleos urbanos, sí celebraban matrimonios.
Los hombres de Qumran se dedicaban plenamente al estudio y a
prepararse para la inminente guerra de las fuerzas de la luz contra las
fuerzas de las tinieblas.
Los esenios son los “perfectos del camino”, la
“comunidad de los hombres de santidad perfecta”, los “hijos de la
justicia”, los auténticos sacerdotes.
Los esenios se saben llamados a alcanzar el beneplácito
divino, sin necesidad de la carne de las víctimas de los sacrificios.
Porque la oración es el único verdadero culto a Dios, y la perfección de
la vida es la auténtica oblación ofrecida voluntariamente.
Al ingresar en la comunidad el esenio se comprometía «a amar
todo lo que Dios ha elegido y a odiar todo lo que Dios ha reprobado», es
decir, «a amar a los hijos de la luz y a odiar a los hijos de las
tinieblas».
El motivo del ministerio sacerdotal esenio se corresponde con el motivo del combate en la “guerra santa”.
Su renuncia al sexo tiene su fundamento en la aspiración a la
pureza del sacerdote en servicio, la misma pureza que se exige a las
tropas en la guerra santa.
En la lucha final, que se espera próxima, entre los poderes de
la luz y de las tinieblas, los esenios se consideran como las huestes
de Dios en pie de guerra, como instrumento de la divinidad, pronto a
responder al llamamiento.
La vida de los creyentes es como una lucha con las armas de la luz contra los asaltos de los poderes de las sombras.
En la literatura de Qumran resuena constantemente la idea
de no asociación entre los justos y los malvados; el conflicto entre la
luz y las tinieblas.
Entre sus manuscritos se halla una “Regla de la guerra (milhama) de los hijos de la luz contra los hijos de las tinieblas”.
Esta idea se construye sobre el fondo de un dualismo ajeno al judaísmo, que tiene sus raíces en concepciones iránicas.
Es básica en este planteamiento la doctrina de los dos
espíritus, el “espíritu de la verdad” y el “espíritu de la mentira”, el
“príncipe de la luz” y el “ángel de las tinieblas”. Dios y Belial/Satán.
A esta construcción dualista corresponde la expectativa
escatológica de los esenios: Al final del mundo Dios aniquilará
definitivamente a Belial.
Mientras, en el tiempo presente, tiempo de la lucha entre los
dos espíritus, que se encamina a su cercano fin, inmediatamente antes
del combate de cuarenta años de los hijos de la luz contra los hijos de
las tinieblas, Dios envió al Maestro de Justicia.
Éste interpretó nuevamente la Toráh y reunió en torno a sí a los hijos de la luz, que aguardan la revelación definitiva.
El título de Maestro de Justicia parece corresponder a una
figura histórica. Tal vez un sumo sacerdote en tiempos de Jonatán
Macabeo.
Los manuscritos lo presentan como el hombre designado por Dios
para dirigir la comunidad de sus seguidores, esto es, la comunidad de
Qumran, en los últimos días. El destinatario de una revelación y
comprensión especial de las Escrituras, a quien Dios ha manifestado
todos los misterios.
Existen varios textos que hacen referencia a su persecución y muerte.
Ligada a la figura del Maestro de Justicia se encuentra
la del Sacerdote Impío, que pudo haber sido el citado Jonatán Macabeo,
aunque su nombre no aparece en los textos.
Este Sacerdote Impío, también llamado Hombre de la Mentira, persiguió al Maestro de Justicia.
Algunos autores han efectuado una datación diferente de los
textos de Qumran y han identificado al Maestro de Justicia y al
Sacerdote de la Impiedad con Jesús y Pablo respectivamente, o con Juan
el Bautista y Jesús de Nazaret.
Para ello, los esenios tomaban diariamente baños de inmersión, lavatorios de purificación, que sustituyen a los sacrificios.
Después de prestar el servicio del día en el templo de
Jerusalén, los sacerdotes se reunían en un recinto especial para una
refección con piezas de los sacrificios. Esta refección, pero sin carnes
sacrificiales, fue conservada también por los esenios. Un sacerdote
presidía la comida en común y pronunciaba las bendiciones sobre el pan y
el vino.
Los escritos de Qumran son de la mayor importancia para la comprensión de la obra de Juan Evangelista.
El dualismo entre verdad y mentira, luz y tinieblas, espíritu y
carne, vida de arriba y vida de abajo, característico del cuarto
Evangelio, se interpretaba en gran parte, antes de la aparición de la
literatura de Qumran, en función de categorías gnósticas.
Los nuevos textos han demostrado que también en Palestina existía una visión dualista del mundo.
Hoy se puede decir que el dualismo del cuarto Evangelio tiene sus
raíces en el dualismo que late también en la literatura de Qumran.
Aunque, por lo demás, entre un texto y otros existen profundas
diferencias.
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