una historia que habla de un mendigo ciego, y un mendigo inválido…Ambos
vivían fuera del pueblo, en el bosque. Naturalmente eran enemigos,
competidores en el negocio de la mendicidad. Pero un dia el bosque se
incendia. El inválido no tenía forma de escapar, pués no se podía mover
por sí mismo. Tenia ojos para ver por donde escapar del fuego, pero de
que le servía si no tenía piernas…El ciego tenía piernas, podia moverse
rápido y salir del fuego, ¿Pero como encontrar el lugar a donde el fuego
no llegaba?
Ambos
iban a morir en el bosque, quemados en vida. La emergencia era tal que
se olvidaron de su competitividad. En situaciones así solo un judío
puede permanecer fiel al negocio, y ciertamente estos dos mendigos no
eran judíos. De hecho ser mendigo y judío es por principio una
contradicción.
Inmediatamente
se olvidaron de su rivalidad…era la única forma de sobrevivir. El ciego
cogió al inválido en sus hombros, y juntos encontraron el camino para
salir del fuego. Uno veía y el otro se movía de acuedo al primero.
Algo
así ha de ocurrir en tu interior, aunque en diferente orden. La mente
tiene ojos, el corazón tiene el coraje de lanzarse a lo que sea. Debes
hacer una síntesis entre los dos. Y en la síntesis, hago incapié en
esto, el corazón debe permanecer el maestro y la cabeza el sirviente.
Como sirviente tienes una gran ventaja…tu capacidad de razonar. No
puedes ser engañado, explotado. El corazón tiene todas las cualidades
femeninas: amor, belleza, gracia. La mente es salvaje. El corazón es más
civilizado, más inocente.
Un
hombre consciente utiliza su mente como un sirviente, y su corazón como
un maestro…justo al contrario que en la historia que acabo de contar.
Y
esto es muy fácil de hacer para el hombre consciente. Una vez que te
has desidentificado de la mente y del corazón, y que eres simplemente un
testigo de ambos, puedes ver que cualidades son mayores, que cualidades
son la meta. Y la mente como sirviente puede traer estas cualidades;
necesita ser guiada y dirigida. Durante siglos, ha ocurrido justo lo
contrario; el sirviente se ha convertido en el maestro. Y el maestro es
tan educado, tan caballeroso, que no ha luchado. Ha acceptado su
esclavitud voluntariamente. El resultado es la locura que domina la
tierra.
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