Accidentes de Tránsito
En un diario de México hallamos un artículo
periodístico titulado así: “YA ERA SU DESTINO MORIR DESPEDAZADO”. El
texto del artículo es el siguiente:
“Un medio hombre, pues le faltaban las piernas y
sólo tenía dos patéticos muñones -consecuencia de atropellamiento por
un tren hace tiempo- y quien en vida se llamó Fernando Contreras Morán,
quedó convertido en una masa sanguinolenta al ser arrollado anoche, en
la esquina de Claudio Bernard y Dr. Barragán, por pesado vehículo
manejado por un borracho de nombre Manuel Zamudio Martínez, quien se
encuentra detenido en la sexta Delegación”.
“Por lo que se ve el destino de este hombre estaba
señalado. Hacía veinte años, un tranvía, de los conocidos entonces por
“rápidos” le había amputado las piernas al caer bajo sus ruedas en la
calzada de Tlalpan”.
“Y no muy distante del sitio donde le ocurrió el primero y terrible accidente, fue en donde anoche encontró espantoso final”.
Hasta aquí el texto del fatal artículo. El
periodista de marras la hace aquí de profeta. Menciona la ley del
destino y cree que el destino de este infeliz fue morir despedazado.
Nosotros no negamos la Ley de Causa y Efecto, pero
es difícil descubrir si tragedias semejantes como ésta, son todas,
resultado del Destino o de la Ley de Accidentes. Existe el destino
conocido como Ley del Karma en el oriente. Existe también la ley de los
accidentes.
La mayoría de los accidentes de tránsito son
debidos a la imprudencia y ésta a su vez debida a la falta de
consciencia despierta. Es absurdo afirmar con tono profético que todos
los accidentes de tránsito figuren en el horóscopo y que el destino es
su causa secreta.
Evidentemente muchos accidentes son el resultado
del Destino. Pero no todos los accidentes son el resultado del destino.
Realmente un 99% de los accidentes de tránsito son fiel producto de la
distracción, de la imprudencia, de andar absortos, tanto choferes como
peatones en sus propias preocupaciones.
Ciertamente el estado inconsciente permite esta
barbarie, las personas caminan por las calles absortas en sus
pensamientos y los conductores sueñan profundamente, pero no debe ser
excusa para continuar así. Es momento de que surja en nosotros en forma
espontánea la llamarada de compasión.
Parece increíble que un pobre hombre como el
mencionado en esta tragedia no haya logrado alterar en lo más mínimo
las leyes de tránsito y circulación. Un hombre que hubiera podido
formar un hogar, un hombre que hubiera podido ser útil a la sociedad,
fue condenado a morir desgraciado y a vivir desgraciado sin que por
ello en nada se hubiera modificado el sistema de tránsito en las calles
de la ciudad, sin que por ello en nada nos preocupemos por andar
alertas cuando caminamos por las calles o manejemos un automotor.
Esto está demostrando con toda crudeza el grado de irresponsabilidad en que nos hallamos la humanidad.
Un escritor famoso consideraba que la cantidad de
muertos por accidentes de tránsito, según los datos estadísticos
anuales, equivalía a todos los millones de muertos ocurridos durante la
primera guerra mundial.
A la gente le parece esto lo más natural, lo más
normal. Realmente esto sólo es posible en gentes dormidas, indolentes,
crueles. En el fondo, verdaderamente debemos reconocer que los seres
humanos todavía no hemos despertado, tenemos la Conciencia Dormida,
sólo así se explica que esta barbarie no cambie, sin embargo esto no
debe servirnos de disculpas para continuar con el asesinato accidental.
Ha llegado la hora de comprender que somos crueles y despiadados.
Cuando comprendemos profundamente que somos crueles y despiadados, surge
en nosotros en forma espontánea la llamarada de compasión.
En parte los gobiernos de la tierra son culpables
de todas estas dolorosas tragedias relacionadas con el tránsito, y en
parte no lo son. Ciertamente los gobiernos son el producto de la
sociedad. Si la sociedad es cruel y despiadada, el gobierno es también
cruel y despiadado. En síntesis podemos afirmar que la sociedad es la
extensión del individuo y que el gobierno es la extensión de la
sociedad. El gobierno es representante del pueblo. Tal pueblo, tal
gobierno. Un gobierno verdaderamente justo establecería leyes muy
sabias sobre el sistema de circulación y tránsito en las ciudades, pero
para tener un gobierno justo, primero tenemos que volvernos justos los
individuos y con ello evitaríamos exitosamente tantas desgracias
producidas por los accidentes de tránsito que llenan de terrible dolor y
desamparo los hogares.
Si cada individuo de la sociedad humana se
volviera más comprensivo y caritativo, si cada ciudadano entendiera
profundamente su propia crueldad, surgiría la caridad en cada corazón, y
entonces esta caridad se manifestaría en hechos colectivos, en
reformas completas sobre el sistema de circulación y tránsito.
Las calles deben ser para los peatones. El
tránsito de toda clase de vehículos puede hacerse subterráneo, o con
sistemas de paso a desnivel.
Resulta ridícula tal civilización humana cuando
vemos gentes que desesperadas tratan de pasar de una calle a otra
huyendo de la rueda asesina, grupos humanos en las esquinas suplicando
una oportunidad a los cafres del volante para poder pasar a otra calle.
Todo eso es falta de civilización, todo eso
denuncia falta de caballerosidad y cultura en los pueblos de la tierra,
todo eso denuncia falta de inteligencia, lo mejor, lo más inteligente,
lo más lógico, es reformar técnicamente los sistemas de tránsito.
Todas las religiones, órdenes y sectas, todas las
escuelas de sabiduría divina bien podrían demostrar su caridad
trabajando ante los gobiernos de la tierra para ayudar a la humanidad
doliente. Es necesario solucionar este problema y este es el momento
indicado para demostrar con hechos el amor al prójimo.
En la práctica hemos podido evidenciar que los
viaductos con pasos a desnivel han dado magníficos resultados. Los
viaductos elevados y puentes elevados además de descongestionar el
tránsito en las calles de las ciudades y salvar realmente muchas vidas,
resultan muy útiles para el transporte rápido.
Se está necesitando con urgencia un invento
especial para salvar vidas y evitar choques de vehículos. Opinamos que
todo vehículo, ya sea este terrestre, aéreo, o acuático, debiera llevar
fuerza centrífuga en acción, para arrojar fuera de su campo de acción a
toda persona, máquina, o cosa, que amenacen un choque inevitable.
La fuerza centrífuga es esa fuerza que tiende a
alejar los objetos del centro de rotación, en un movimiento circular.
Se hace necesario que todos los cruces de esquina se arreglen en forma
escalonada para evitar accidentes.
Es absurdo que los borrachos y los jovencitos aún
no mayores de edad, manejen carros, las autoridades debieran tomar
medidas muy severas para castigar semejantes casos de irresponsabilidad
moral.
Es hora también, de aprender a usar en toda su
potencialidad la energía solar sabiamente, para impulsar todos nuestros
carros, naves, aviones, etc. Sabemos muy bien que los productos de
combustión mineral, vegetal, gasolina, petróleo, etc., resultan muy
dañinos para los organismos.
Las tragedias de tránsito no terminaran jamás si
no nace en nosotros el verdadero Amor por nuestros semejantes y por
nosotros mismos; cuando hay Amor, todo chofer pone el máximo de
atención y moderación en la conducción de cualquier tipo de vehículo
porque sabe que de ello depende la salud y la vida de los peatones y la
suya misma.
(Fuente: Libro El Cristo Social S.A.W.)
Enviado por J. Isabel Mauricio Vargas. Instructor en Rincón de Romos, Ags.
Dibujo: Leonardo Da Vinci. Carro de Guerra.
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