LUZBY BERNAL

sábado, 21 de mayo de 2011

La ideología de Herzl ...

La ideología de Herzl sembró la semilla del Estado judío




Según el calendario hebreo,
esta semana se cumple el
151 aniversario del
nacimiento de Biniamín
Zeev Herzl, padre del
sionismo moderno.
Teodoro (Biniamín Zeev)
nació en Budapest en 1860.
Fue educado en el espíritu
del Iluminismo germano-judío
de la época, aprendiendo a valorar la cultura secular.
En 1878 su familia se trasladó a Viena y en 1884 Herzl
obtuvo su doctorado en Derecho de la Universidad de
Viena. Se convirtió en escritor, dramaturgo y periodista.
Herzl fue el corresponsal en París del influyente periódico
liberal vienés Neue Freie Presse.
Herzl tropezó por primera vez con el antisemitismo, que
transformaría su vida y el destino de los judíos en el
siglo XX mientras estudiaba en la Universidad de Viena
(1882). Más tarde, durante su estadía en París como
periodista, se enfrentó directamente con el problema.
En aquel entonces Herzl consideraba al problema judío
como una cuestión de carácter social y escribió un
drama, “El Gueto” (1894), en el que la asimilación y
la conversión eran rechazadas como soluciones.
Herzl esperaba que su obra condujera a una polémica
y finalmente a una solución, que se basara en la
tolerancia y el respeto mutuos entre cristianos y judíos.
En 1894, el capitán Alfred Dreyfus, un oficial judío
del ejército francés, fue acusado injustamente de
traición, principalmente debido a la atmósfera antisemita
reinante. Herzl estuvo presente cuando el populacho
gritaba “Muerte a los judíos” y llegó a la conclusión
que existía una sola solución a este ataque antisemita:
la emigración masiva de los judíos hacia un país al que
pudieran llamar propio. Así, el Caso Dreyfus pasó a ser
uno de los factores determinantes en la génesis del
sionismo político.
Herzl llegó a la conclusión de que el antisemitismo
era un factor estable e inmutable en la sociedad humana,
y que la asimilación no sería la solución. Consideró la
idea de llegar a una soberanía judía y, a pesar del
ridículo al que sería sometido por líderes judíos,
publicó en 1896 “Der Judenstaat” (El Estado Judío).
Herzl planteó que la esencia del problema judío no
era algo individual sino algo de carácter nacional.
Declaró que los judíos lograrían la aceptación del
mundo solamente si dejaban de ser una anomalía
nacional. Los judíos son un pueblo, dijo, y su condición
puede ser transformada en una fuerza positiva por
medio del establecimiento de un Estado judío con el
consentimiento de las grandes potencias. Él vio la
cuestión judía como un problema de política
internacional, que debía ser tratado en la arena de
la política internacional.
Herzl propuso un programa práctico para la
recolección de fondos de los judíos de todo el
mundo por medio de una organización que
trabajaría hacia la realización práctica de esta
meta (esta organización, cuando fue creada
finalmente, fue la Organización Sionista).
Consideraba que el futuro Estado sería un
Estado modelo desde el punto de vista social,
basando sus ideas en el modelo europeo de la
época, una sociedad ilustrada moderna. Debía
ser neutral, a favor de la paz y de naturaleza
secular.
Las ideas de Herzl fueron acogidas con entusiasmo
por las masas judías en Europa Oriental,
aunque los líderes judíos mostraron menos fervor.
A pesar de eso, Herzl convocó y presidió el Primer
Congreso Sionista en Basilea, Suiza, del 29 al 31 de
agosto de 1897, la primera reunión internacional de
judíos sobre una base nacional y secular. Aquí los
delegados adoptaron el Programa de Basilea, el
programa del movimiento sionista, y declararon que
“el sionismo pretende establecer en Palestina un hogar
para el pueblo judío que esté basado en la ley pública”.
En el Congreso se fundó la Organización Sionista
como brazo político del pueblo judío, y Herzl fue
electo su primer presidente. Ese mismo año, Herzl
fundó el semanario sionista Die Welt e inició las
actividades para obtener el reconocimiento
internacional para un asentamiento judío en la
Tierra de Israel (Eretz Israel).
Después del Primer Congreso Sionista, el movimiento
se reunió anualmente en los marcos de un Congreso
Sionista Internacional. En el año 1936 el centro del
Movimiento Sionista fue trasladado a Jerusalén.
En 1902, Herzl escribió la novela sionista “Altneuland”
(Vieja Nueva Tierra), en la que presentó el futuro
Estado judío como una utopía social. Tuvo la visión
de una nueva sociedad que surgiría en la Tierra de
Israel sobre una base cooperativa, que utiliza la
ciencia y la tecnología para el desarrollo del país.
Incluyó ideas detalladas respecto a la forma en que
veía la estructura política del futuro Estado, la
inmigración, la recaudación de fondos, las relaciones
diplomáticas, las leyes sociales y
las relaciones entre la religión y el Estado.
En “Altneuland”, el Estado judío aparecía como una sociedad pluralista y progresista, una “luz para las naciones”. Este libro tuvo un gran impacto entre los judíos de la época y se convirtió en el símbolo de la visión sionista en la Tierra de Israel.
Herzl comprendió la necesidad del estímulo de las grandes potencias para los objetivos nacionales del pueblo judío. Por eso, viajó a la Tierra de Israel y a 
Estambul en 1898 para encontrarse con el kaiser 
Guillermo II de Alemania y el sultán del Imperio 
Otomano. Cuando estos esfuerzos demostraron ser
estériles, se volvió hacia Gran Bretaña y se reunió con 
Joseph Chamberlain, el ministro de Colonias británico 
y con otros. La única oferta concreta que recibió por
parte de los británicos fue la propuesta de una región 
autónoma judía en el Africa Oriental, en Uganda.
El pogrom de Kishinev en 1903 y la difícil situación de
la judeidad rusa, que conoció de cerca durante una visita a 
Rusia, le causó una fuerte impresión. Presentó al Sexto 
Congreso Sionista (1903) la propuesta británica de Uganda 
como refugio temporario para los judíos de Rusia que se
encontraban en un peligro inmediato. Si bien Herzl dejó en 
claro que esta proposición no afectaría la meta final del 
sionismo, una entidad judía en la Tierra de Israel, la
propuesta despertó una gran tormenta en el Congreso 
y casi provocó un cisma en el movimiento sionista.
El Programa de Uganda fue rechazado
finalmente por el movimiento sionista en el Séptimo 
Congreso Sionista, en 1905.
Herzl murió en 1904 de una neumonía y de una debilidad
cardiaca
debida al exceso de trabajo por sus incesantes esfuerzos
en pro del sionismo.
Mas para entonces el movimiento había encontrado ya su
lugar en el 
mapa político mundial. En 1949 los restos mortales de Herzl
fueron traídos a Israel e inhumados en el Monte Herzl, en
Jerusalén.
Herzl acuñó la frase “Si lo queréis, no será una leyenda”, que 
se convirtió en el lema del movimiento sionista. Si bien en su
momento nadie lo hubiera imaginado, el movimiento sionista 
condujo, en tan sólo 50 años después del Primer Congreso, al 
establecimiento del soberano Estado de Israel.  
Surgimiento del sionismo político
El sionismo político, el movimiento de liberación nacional del
pueblo judío, surgió en el siglo XIX dentro del contexto del
nacionalismo liberal que entonces se expandía por Europa.
El sionismo sintetizó los dos objetivos del nacionalismo liberal:
liberación y unidad, que aspira liberar a los judíos del dominio
extraño, hostil y opresor, y restablecer la unidad judía por medio
de la reunión a los exilios de los cuatro confines del mundo en una
patria judía.
El surgimiento del sionismo como movimiento político fue
también una respuesta al fracaso de la Haskalá, el iluminismo
judío, para
solucionar “el problema judío”. De acuerdo con la concepción
sionista, la razón de este fracaso fue que la emancipación e
igualdad
personal no era posible sin la emancipación y una igualdad
nacional, dado que los problemas nacionales requieren
soluciones nacionales. La solución sionista fue el establecimiento
de un Estado nacional judío con una mayoría judía
en su patria
ancestral, haciendo realidad así el derecho
del pueblo judío a la autodeterminación.
El sionismo no considera que “la
normalización” de la condición judía sea opuesta a los
objetivos y valores universales. Éste abogó por el derecho
de todo pueblo en la tierra a tener su hogar propio y sostuvo
que sólo un pueblo soberano puede ser miembro de igual
rango en el seno de las naciones.
Un movimiento pluralista
Si bien el sionismo fue básicamente un movimiento político
que aspiraba al retorno a la patria judía con libertad,
soberanía y seguridad para el pueblo judío, promovió
también una reafirmación de la cultura judía. Un importante
elemento en este despertar fue el renacimiento del hebreo,
largamente restringido a la liturgia y a la literatura, como
un idioma nacional vivo para su uso en el Gobierno y en
el ejército, en la educación y en la ciencia, el mercado y
la calle.
Como todo otro nacionalismo, el sionismo se
interrelacionó con otras ideologías, lo que formó corrientes
y subcorrientes dentro de su campo de acción. La
combinación de nacionalismo y liberalismo dio nacimiento
al sionismo liberal; la integración del socialismo hizo
surgir el sionismo socialista; la mezcla de sionismo con
una profunda fe religiosa creó el sionismo religioso y la
influencia del nacionalismo europeo inspiró una facción
nacionalista de derecha. En este aspecto, el sionismo no
fue diferente de otros nacionalismos, que también
abrazaron diversas tendencias liberales, tradicionalistas,
socialistas (izquierdistas) y conservadoras (derechistas).

AURORA ISRAEL

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