LUZBY BERNAL

martes, 12 de junio de 2012

La historia de antiguas civilizaciones...

foto de Señores del Tiempo.
La historia de antiguas civilizaciones, en forma de leyendas y mitos, forma parte de la herencia cultural y religiosa en nuestro planeta. Historias que hablan de dioses que vinieron a la Tierra y regresaron a los cielos. Y es especialmente relevante lo que hace referencia a las tierras desde las que se supone partieron a los cielos, tales como el Próximo Oriente o América. E incluye tanto a los dioses partidarios del dios Enlil como a los partidarios del dios Enki (ver los distintos artículos sobre Sumer en este blog). En Sudamérica, la deidad dominante fue Viracocha (‘Creador de Todo’). Los antiguos aymaras de los Andes decían de él que su morada estaba en Tiwanaku (Tiahuanaco), y que les dio a las dos primeras parejas una vara de oro con la que pudiesen encontrar el lugar para fundar Cuzco, la futura capital Inca, en donde se debería ubicar el observatorio de Machu Picchu y otros lugares sagrados. Y una vez hubo realizado lo que tenía previsto, abandonó la Tierra. La magnífica construcción, que simulaba un zigurat cuadrado con sus esquinas orientadas hacia los puntos cardinales, señaló entonces la dirección de su eventual partida. Y todo parece indicar que el dios de Tiwanaku era Teshub/Adad, dios sumerio/hitita, el hijo menor del dios Enlil.



En Mesoamérica fue Quetzalcoatl, la ‘Serpiente Emplumada’, el que les dio la civilización. Y, todo parece indicar que se trataba del dios egipcio Toth (Ningishzidda para los sumerios), el hijo de Enki, quién, en 3113 a.C. trajo a sus seguidores africanos para fundar la civilización en Mesoamérica. Aunque el tiempo de su partida no ha sido especificado, tuvo que coincidir con la desaparición de sus seguidores africanos, los Olmecas, y el simultáneo nacimiento de los mayas, hacia el 600 a.C. La leyenda dominante en Mesoamérica era su promesa de retornar en el aniversario de su Número Secreto 52. Y así fue que, a mediados del primer milenio a.C., la Humanidad se encontró sin sus venerados dioses. Y la pregunta fue: ¿cuándo volverán? La Humanidad se agarraba de la esperanza del Retorno y buscó un Mesías. Los Profetas prometieron que ello sucedería en el Fin de los Días.

Los anunnakis llegaron a ser 600 en la Tierra además de otros 300 igigis, ubicados en las naves estacionadas en el espacio, alrededor del planeta. Su cantidad fue decayendo después del Diluvio y en especial luego de la visita del dios supremo Anu cerca del 4000 a.C. De los dioses nombrados en los primeros textos sumerios y en las largas listas de dioses, pocos quedaban a medida que los milenios se iban sucediendo. La mayoría volvió a su planeta original y otros, a pesar de su aparente inmortalidad, murieron en la Tierra. Entre los fallecidos podemos mencionar a los derrotados Zu y Seth, el desmembrado dios egipcio Osiris, el ahogado Dumuzi o la diosa Bau, afectada por una explosión nuclear. La partida de los dioses anunnakis cuando Nibiru volvió a acercarse fue un final dramático.

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