LUZBY BERNAL

martes, 19 de junio de 2012

Perseguidos por su fe


VALENCIA | La minoría cristiana de Pakistán, acosada por radicales

C. Valenciana

Perseguidos por su fe

Jamshed Safdar, en la parroquia de San Eugenio y Santa Inés de Valencia. | B. PajaresJamshed Safdar, en la parroquia de San Eugenio y Santa Inés de Valencia. | B. Pajares
  • Cientos de paquistaníes católicos huyen tras sufrir vejaciones y amenazas
  • Jamshed fue tiroteado en 2007 por defender los derechos de niños y mujeres
  • En Valencia denuncia la situación de los cristianos en este país asiático
Jamshed Safdar y su esposa Marina no han vuelto a ver a sus padres desde de que ambos hicieran las maletas rumbo a Europa. Partieron de Pakistán hace cinco años hostigados por radicales islámicos. Su 'delito': ser cristianos en un país de mayoría musulmán.
Como ellos, residen en Valencia más de 80 católicos procedentes de esta nación. La mayoría son refugiados religiosos que huyeron tras años de amenazas y vejaciones. Porque profesar una religión distinta de la oficial entraña riesgos en este punto del globo.
"En Pakistán los cristianos están discriminados. No disfrutamos de las mismas libertades. Por regla general, somos más pobres y tenemos más dificultades para estudiar o para acceder a un buen trabajo. Nuestros hijos ni siquiera pueden jugar con los niños musulmanes. Ni tocar su comida o su agua. Muchos creen que la contaminarían", explica.
Según un estudio de la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), vinculada al Vaticano, en los últimos seis años se ha registrado "un notable incremento en el número de ataques contra las minorías cristianas".

Amenazados por defender los derechos de la mujer

Jamshed los sufrió en primera persona cuando trabajaba para una ONG en su localidad natal, Lahore. Junto a su mujer, enfermera de profesión, ofrecía charlas sobre los derechos de los niños y las mujeres, que concitaban la atención de sus vecinos.
Las conferencias sobre planificación familiar, sin embargo, causaron un revuelo mayor de lo previsto. "Llegaron a oídos de un grupo radical que nos acusó de lanzar proclamas en contra de los principios del Islam, de inculcar valores occidentales. Desde entonces sufrimos amenazas, manifestaciones frente a nuestra casa, insultos", rememora.
El episodio más violento aún estaba por venir. Jamshed fue tiroteado, aunque los autores erraron el blanco. Tres semanas después él y su mujer dejaron del país. Por mediación de un amigo, abonaron dos millones de rupias a un traficante (alrededor de 15.000 euros) por dos pasaportes falsos. Tomaron un avión sin conocer siquiera su destino: "Sólo que íbamos a Europa".

La ley de blasfemia

Aunque oficialmente es legal profesar el cristianismo en Pakistán, la ley de Blasfemia (los artículos 295 B y C del código penal) da cobertura al acoso a las minorías. Esta norma sanciona a todo aquel que injurie o promulgue ideas contrarias al Corán. Pero, según Jamshed, "las denuncias no siempre están fundamentadas y se utilizan para ir contra el cristiano. Basta con reunir un par de testimonios adversos para convencer al juez". Y la condena se paga con la vida.
El caso más célebre es el de Asia Bibi, de 45 años, que saltó a los titulares de todo el mundo en noviembre de 2010, después de que un juez de Lahore la condenara a morir en la horca por un delito de blasfemia.
Continúa en prisión a pesar de que tanto el gobernador de la provincia de Punjab Salaman Taseer, como el ministro de Minorías Shahbaz Bhatti, salieron en su defensa. El Gobierno se comprometió a revisar la causa, pero ninguno de los dos podrá verlo. Fueron asesinados: "Al primero lo mató su propio guardaespaldas, que ha sido encarcelado, pero que aún hoy sigue recibiendo muestras de apoyo".

La 'misión' de Jamshed

Desde Valencia, Jamshed continúa pegado a la actualidad de su país, con la tranquilidad que le otorga su condición de refugiado. La obtuvo tras un arduo proceso burocrático en el que tuvo que acreditar su relación con la Iglesia a través de documentos, fotografías, testimonios...
En los últimos años, otros cuatro miembros de su familia han seguido sus pasos. Todos ellos residen en una vivienda de acogida cedida por la parroquia de San Eugenio y Santa Inés, en el barrio de la Olivereta.
El padre José Vicente Morató les dio su apoyo tras llegar a Valencia sin chapurrear ni una sola palabra de español. Hoy su integración en la comunidad cristiana es total, al igual que el resto de paquistaníes católicos refugiados en España. En cambio, apenas se relacionan con sus compatriotas musulmanes. Los parámetros de la exclusión se repiten fuera de las fronteras.
Desde España, y tras reunir algunos ahorros (inicialmente trabajó en una cadena de comida rápida), Jamshed ha lanzado un proyecto de importación de productos para ofrecer un empleo a los cristianos que resisten en Pakistán: "Mi misión es ayudar a los que defienden su fe en Lahore, pero también explicar lo allí sucede".

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