LUZBY BERNAL

domingo, 25 de julio de 2010

VIAJES INTERESTELARES.


La estrella más cercana, Proxima Centauro, se encuentra a 4’2 años luz, distancia que equivale a lo que emplearía la luz en llegar hasta ella…

Viajes Interestelares

Unas de las paradojas que rodea a los posibles viajes interestelares en un futuro es la enorme distancia en la que nos encontramos. Como unidad astronómica más popular para representar dichas astronómicas distancias se utiliza el “año luz”, que equivale a la distancia que la luz, cuya velocidad es 299.792.458 m/s, recorrería en un año, es decir, equivale aproximadamente a poco menos de diez billones de kilómetros. Nuestra estrella más próxima, Proxima Centauri, está a 4’2 años luz de distancia.

Los problemas comienzan con la Teoría de la Relatividad, desarrollada por Einstein, que fija la velocidad de la luz como la velocidad límite a la que cualquier objeto puede viajar, eliminando toda su masa para conseguirlo. Este es el caso de los fotones que son emitidos por las estrellas, y que constituyen la radiación solar o luz que recibimos, por ejemplo, de nuestro astro rey, empleando unos 8 minutos en alcanzar la Tierra.

Otro de los inconvenientes de viajar a velocidades cercanas a la de la luz, suponiendo que se obtuviesen, vendría de nuevo asociado a la Relatividad de Einstein y sería la distorsión espaciotemporal. En el sistema de la nave interestelar, el tiempo se ralentizaría, de tal forma que mientras que en la nave pasaría un breve periodo de tiempo, en el exterior podrían pasar decenas de años.

Buscando Posibilidades

La solución elegida por la ciencia ficción, denominada hiper-espacio, fue creada por John W. Campbell en 1934, y consiste en utilizar otro espacio como atajo. Con una cierta base en la ciencia y en las posibilidades que contemplan las nuevas teorías sobre el universo, se han introducido los denominados “agujeros de gusanos”.

Desde que surgió la idea de los viajes interestelares se han buscado alternativas acordes a la tecnología propia de cada época, en los años cincuenta surge la utilización de las bombas nucleares, cuyo poder se había demostrado recientemente en Hiroshima y Nagasaki, con fines constructivos. La explosión de estas bombas generaría el suficiente impulso para obtener elevadas velocidades. En la década de los 60 surgió la idea de utilizar los protones interestelares para producir la reacción nuclear. En los 80 se piensa en velas de grandes dimensiones acopladas a las naves, que utilizarían el momento o velocidad asociada a la luz, similar a una presión, para impulsarse. El problema aparecía con la elección de la fuente de radiación, que debería ser lo suficientemente potente para proporcionar elevadas velocidades. Como alternativa a la luz de las estrellas, por ser escasa cuando se dista de éstas, se planteó la utilización de láseres de elevada portencia.

Actualmente todos los vehículos espaciales están basados en la propulsión, técnica que proporciona el empuje por la expulsión rápida de gases de combustión. Sin embargo esto tiene un inconveniente, la enorme cantidad de propelente necesario, además de que este debe ser muy reactivo para generar un gran impulso. Esto supone un inconveniente que limita la consecución de elevadas velocidades durante largos periodos de tiempo.

Futuros Retos

Como alternativas a los sistemas de propulsión convencionales se estudian las reacciones nucleares de fusión autosostenida, aprovechando el hidrógeno, muy presente en el vacío interestelar con una densidad de un átomo por metro cúbico. El inconveniente sería las grandísimas dimensiones que debería tener el sistema magnético de captación, al estar obligado a ejercer su influencia en grandes áreas. Otro problema con que cuenta este método sería la obtención del deuterio, un isótopo del hidrógeno muy escaso, necesario para que se produzca la reacción de fusión.


Para evitar la enorme fuerza gravitatoria de la Tierra, las naves se construirían en el espacio, utilizando lanzaderas para suministrarle el material…

Aunque la cantidad de energía producida por una reacción de fusión es inmensa, todavía disponemos, teóricamente, de una fuente energética más poderosa: la aniquilación materia antimateria, que sería el óptimo desde un punto de vista energético para la propulsión de una nave espacial. Utilizando la aniquilación de protones y antiprotones, se generan como subproducto de la reacción priones que son susceptibles de ser manejados mediante campos magnéticos para producir impulso. Estos priones, además, se mueven prácticamente a la velocidad de la luz, por lo que la velocidad final de estas naves es también altísima. El problema más importante de esta tecnología es, sin duda, el confinamiento de la antimateria y la protección de la tripulación frente a las radiaciones.

Los futuros viajes espaciales emplearán necesariamente un tiempo para llegar a sus destinos, siendo éste uno de los mayores retos para los viajes tripulados. Se están buscando modos de hacer que estos viajes sean más livianos, siendo una de las formas, que cuenta con un mayor respaldo, la hibernación, similar a la que sufren los osos en los periodos invernales u otros mamíferos como las ardillas del Ártico, que poseen un mecanismo de enfriamiento que les permite disminuir la temperatura hasta tres grados bajo cero sin sufrir daños en la circulación o los tejidos y permanecer así por varias semanas. Ello también reduciría significativamente el consumo de alimentos en los viajes, reduciendo la carga de éstos y la problemática de su generación en las propias naves.


Uno de los mayores contratiempos en los viajes interestelares sería la enorme cantidad de combustible necesario…

Para evitar la atrofia muscular, se ha observado en los osos que, involuntariamente, ejercita su cuerpo mientras duermen, a través de espasmos o temblores. Esta hibernación controlado, propiciada por una sustancia similar al opio denominada “dadle”, podría inducirse en la tripulación de la primera misión tripulada a Marte, propuesta por porque la Agencia Espacial Europea para el 2030.

También se está barajando la posibilidad de naves generacionales, en las que los descendientes de la tripulación que inició el viaje, sean los que alcancen el destino prefijado, sin embargo este método cuenta con muchos más retos de los que se han planteado hasta ahora, fundamentalmente del tipo psicológico.

La construcción de la naves espaciales se realizaría en el espacio, para así evitar la enorme fuerza gravitatoria de la Tierra. El material necesario sería enviado desde la Tierra, utilizando lanzaderas por medio de inmensos campos magnéticos, tecnología similar a la empleada en los trenes magnéticos. Otra posibilidad que se estudia es la de utilizar satélites como la Luna o asteroides para la obtención de la materia prima, ya que su atracción gravitatoria es muchísimo menor a la de la Tierra, por tener ésta una dimensiones mayores.

Desde que Julio Verne, escritor de ciencia ficción que supo anticiparse a los viajes estelares, al escribir “De la Tierra a la Luna” (1865), hasta que se lleven a cabo finalmente éstos, habrá que superar innumerables retos y contratiempos, aunque es seguro que el Hombre llegará a su consecución…

Referencias:
http://www.ergosfera.com/articulos/viajandoestrellas.htm
http://ciencia.astroseti.org/glenn/articulo.php?num=3360

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