LUZBY BERNAL

martes, 17 de agosto de 2010

EL REGALO DEL AMOR ETERNO.-


Tomado de: Sat Sandesh, el mensaje de la Ciencia de la Espiritualidad. Número 69


El Regalo del Amor Eterno


A continuación se ofrece un extracto de esta charla dada por

Sant Darshan Singh Ji Manaraj (1921-1989




Cualquiera haya sido el tiempo que hayamos perdido en el pasado, propongámonos no desperdiciar ni un minuto de éste en el futuro, porque el camino ante nosotros es largo y el tiempo que se nos ha dado es corto y fugaz. En verdad, el camino es tan largo y con tantas curvas que ni siquiera alcanzamos a ver toda la distancia que tenemos por recorrer. Aquel que se mueve hacia el horizonte encuentra que éste se aleja cada vez más. En el mejor de los casos podemos ver nuestro camino hasta la siguiente curva y cuando alcanzamos este punto, encontramos que todavía se extiende hacia delante.

No te olvides de ti mismo en la belleza de tu cuerpo o de tu rostro,

Porque ellos no son más que una nube fugaz.

Si la naturaleza nos bendice con la belleza física, ¡Cuan orgullosos y vanidosos nos volvemos! Nos movemos y nos comportamos como si fuéramos el centro de la creación. El resto del mundo se vuelve nuestro admirador, nosotros su monarca, su centro de atención. Y sin embargo, ¡cuán efímera es la belleza física! Un poeta Sufí ha dicho que mientras caminaba se tropezó con un cráneo. Ante esto, el cráneo le reprendió, "Fíjate por dónde caminas, ¿es que nos sabes que alguna vez yo fui el líder entre los bellos del mundo? Adonde quiera que caminara, la gente me miraba maravillada, porque quienquiera que me veía, se volvía mi esclavo". La belleza del cuerpo florece solo durante una estación y antes de que nos demos cuenta, se ha ido para siempre. Faiz, el poeta Urdu, ha dicho, "¡Oro por esta vida de cuatro días, de los cuales dos los pasé anhelando y dos en espera!" Cuan frágil y dura es la belleza física si no está fundamentada por la compasión y la humanidad, por la gentileza y el amor. Por sí misma, ésta nos cautiva solo por un momento, durante una estación. ¡Cuán fugaz es la belleza física! Lo que perdura es el regalo del amor. Y este regalo sólo podemos obtenerlo de un Maestro viviente. Tales seres son las fuentes de la divinidad y quienquiera que se reúna con ellos y reciba aunque sea una gota de su amor transformador, es cambiado para siempre. Es ese amor, la belleza de ese amor, el que perdura y permanece más allá del tiempo. El Granth Sahib dice, "No me importa si he perdido la flor de la juventud mientras continúe siendo amado por mi Señor". En otra parte habla de este cuerpo físico como la cónyuge y pregunta de qué sirve su belleza si no está unida a su Señor. No existe escape contra el tiempo, este es implacable. Si buscamos la felicidad eterna, la belleza duradera, debemos acudir a la fuente de toda felicidad y belleza, al Señor mismo. Dios está más allá del tiempo, más allá de la muerte. Y si Dios nos ama y nos cuida, ¿qué importa si esta vestidura externa está andrajosa?

Hay una parábola Sufí que a Hazur le gustaba relatar. Había una vez una santa que pasaba sus días y noches adorando al Señor. Pero ella era pobre e indigente y estaba obligada a usar harapos. Un día, un amigo se burló de su condición diciendo, "Eres la amante del Señor, siempre le estas adorando. ¿Por qué no le pides que te de un vestido nuevo? ¿Por qué usar estos harapos cuando eres la novia del Señor?" La mujer respondió, "Mi Señor conoce cada una de mis necesidades mejor que yo misma. No hay nada que Él no pueda conceder. Si Él es feliz viéndome en estos andrajos, entonces ellos son más bellos que el vestido de novia de una princesa". Entonces lo más importante es vivir en el amor del Señor. Debemos aprender a entregarnos a la voluntad de Dios incluso hasta el punto en el que si Dios nos mantiene en harapos nos regocijemos de ellos como si fueran los trajes de una princesa. Debemos alcanzar un estado de la mente, una condición en la que sin importar lo que ocurra, gritemos "¡Dulce es Tu voluntad!" Si la naturaleza en verdad nos ha bendecido con la belleza externa, entonces la consideraremos como otro regalo del Amado. ¿Entonces, en dónde habría espacio para el orgullo y la vanidad? El problema es que, estamos olvidándonos perpetuamente del Dador en los regalos del Dador, del Creador en su creación.

¿Qué son la comodidad y la riqueza sino como la vida en un sueño

O como las gotas de roció que brillan sobre las hojas del prado?

Pasamos nuestra vida en búsqueda de la riqueza y de la comodidad. En su búsqueda estamos dispuestos a pisotear a nuestros hermanos. Y sin embargo, la riqueza y la comodidad no duran más que la belleza del cuerpo o del rostro. Nos alegramos al tenerlas y creemos que serán nuestras por siempre. Pero un súbito cambio en nuestra fortuna y se nos habrán ido. Qué cosas bellas vemos algunas veces en los sueños. Cómo nos cautivan y nos embelesan. ¿Podría algo parecer más real o más hermoso? Y cuando amanece y despertamos, el sueño se nos escabulle y nos damos cuenta que todo lo que contenía era una ilusión. O pensemos en esa otra imagen que Kabir Sahib usa, la de una gota de rocío. Cómo brillan estas gotas de rocío como perlas sobre el pasto, cuando amanece. ¿Podría haber algo más hermoso, más inolvidable? Y sin embargo cuan poco dura esta belleza, esta riqueza. Demora más el sol en ponerse en lo alto, que el rocío en evaporarse, sin dejar rastro alguno.

Hace treinta y cinco años, cuando la India alcanzó la independencia, y el país fue dividido, hubo muchos hombres de riqueza y poder que de repente quedaron reducidos a la pobreza. ¿Dónde estaban sus comodidades, sus palacios, sus riquezas? Las cosas de este mundo son efímeras, y ¿quién sabe cuándo nos las quitarán? Ellas no nos pueden dar soporte ni anclaje. Aquel que confíe en ellas, lo hace bajo su propia cuenta y riesgo. En la tradición Islámica tenemos la historia del Rey Ibrahim-ben-Adham. Sus ancestros habían sido reyes antes que él y vivía en un palacio majestuoso.

Cierto día llegó un fakir y armo su carpa en el campo abierto de cara a la entrada del palacio. El rey vio esto durante el día pero cuando supo que el fakir no tenía ninguna intención de irse, se sintió indignado por su atrevimiento. Caminó hasta donde el fakir y le preguntó si sabía dónde había armado su tienda. "Frente a una posada", respondió el fakir. El fakir estaba decidido a agregar daño al insulto y el rey se sentía lleno de ira. Él rugió, "¡No sabes que este es mi palacio, la mas hermosa estructura de esta tierra!". El fakir le ofreció soportar cualquier castigo que el rey considerara justo por su afrenta. Sin embargo, pidió que el rey contestara una pregunta antes de su juicio: "¿Hubo alguien que viviera en esta construcción antes de usted, mi señor?"

"Si, mi padre".

"¿Y antes de su padre?"

"Su padre, y antes de él, el padre de su padre. Y así por generaciones". El fakir asintió vehementemente ante la respuesta del rey y dijo, "Mi señor, ¿entonces en qué me he equivocado? Este palacio ha albergado a muchos antes que tú, y hospedará a muchos después de ti. No somos más que viajeros que pasan una noche en esta mansión y se van. Por lo tanto ¿qué diferencia hay con una posada? Y ¿dónde está mi pecado si armo mi carpa frente a ésta?"

Los santos y los místicos tienen su propia forma de hacernos entender la verdad ante la cual estamos ciegos.§

Un fraternal saludo!

Diana


ENVIADO .MARIA URIBE


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