LUZBY BERNAL

martes, 3 de agosto de 2010

La Mente Cósmica.... Imagine por un momento

estar solo en el mundo



La Mente Cósmica

Imagine por un momento estar solo en el mundo, como único habitante del planeta. ¿Cómo manejaría sus sentimientos? ¿Podría sentir odio, rencor, envidia, no teniendo a quién dirigirlos? ¿Se puede sentir odio hacia algo inespecífico? ¿Odiar la situación de encontrarse solo, odiar al destino, a la Naturaleza, la cárcel tan abierta que nos permite la libertad de no ir a ninguna parte? ¿Y qué del amor? Ese sentimiento madre, único, esa energía que forma parte de nosotros, pura en su esencia misma y de la que brotan cual ramificaciones de un robusto y estable árbol, todos los demás sentimientos que un ser humano pueda sentir. ¿Podrá usted sentir amor a pesar de no poder envolver en sus brazos a la mujer de sus sueños, ni engendrar hijos con ella, ni compartir sus sentimientos con hermanos, padres, abuelos y demás integrantes de un árbol genealógico imposible de sembrar, de regar… de ver germinar? ¿Odiará la situación de no poder vitorear a su equipo de futbol o despotricar contra los políticos, los gobiernos y sus instituciones? ¿Será usted capaz de alegrarse o deprimirse, sentirse feliz o triste? ¿Podrá usted llorar o reír estando completamente solo en este mundo?

La Mente Cósmica somos todos, pero no disgregados en miles de millones de minimentes creyendo cada parte que es una completa. Creo que existe un síntoma y una palabra que le da nombre, que viene a ser como una especie de remembranza que vagamente nos asiste, de lo que en realidad somos. El síntoma es la constante crítica que realizamos unos sobre otros que no nos permite comprender cómo es que los demás no hacen lo que hacemos nosotros, no piensan como nosotros, no actúan como nosotros lo hacemos, no pudiendo nunca comprender la mente del otro. La palabra es intolerancia. Pero una palabra creada en este mundo, no en el real del cual venimos. Porque allí no tendría ningún sentido la tolerancia con uno mismo, que además es el único. Es una virtud que se ejerce respecto de los demás. Cuando lo hacemos respecto de nosotros mismos es porque nos sentimos unos extraños. No nos comprendemos ni identificamos. Como si no fuéramos nosotros. Allí somos todos uno. Todos el mismo. En nuestro mundo esto ocurre en el detalle más pequeño de las relaciones entre personas dentro de un grupo social reducido, como lo es la familia, hasta verse expresado de la misma manera pero con distinta intensidad, dentro de grandes organizaciones, empresas, sociedades, países. Es el resultado de la incomprensión entre partidos políticos, comunidades, religiones, razas. Es como si todos extrañáramos nuestros orígenes pero sin saber que éstos existen y son otros, distintos de los que creemos estar viviendo. Por eso nunca cesa nuestra sorpresa ante la forma de pensar, la "mentalidad" del otro, tan distinta de la nuestra. Porque aunque no lo podamos concientizar, no podemos adaptarnos a la diseminación de nuestra mente única, la Mente Cósmica, en una infinidad de pedazos, que en su constante y desesperado intento por volverse a unir, se enfrentan, se separan, se destruyen. Así es como del único sentimiento existente, que es el "amor", surge su aparente contrario, el "odio", la otra cara de la misma moneda, que de tanto intentar el regreso a la unión sin éxito, lo intenta en la dirección inversa.

Gracias Rudy Spillman, extracto sacado del libro Medimente.

No hay comentarios: