Un panel de expertos designados por Consejo Europeo y liderado por el ex jefe del gobierno español Felipe González fue el encargado de hacer un diagnóstico sobre los desafíos de la Unión Europea de cara al futuro. La meta del denominado Grupo de Sabios fue plantear soluciones para frenar su declive y revitalizar su preponderancia mundial.
De hecho, la UE ha perdido influencia, sufre un galopante rezago y desde luego un decaimiento en su liderazgo en el nuevo orden mundial, tal como quedó demostrado en la pasada Cumbre sobre el Cambio Climático en Copenhague, en donde se le relegó a un segundo plano. Su integración se resquebraja y no solo pierde supremacía hacia fuera, sino legitimidad hacia dentro debido a que los europeos cada vez se sienten menos identificados con las políticas de una organización burocrática y con un decreciente respaldo popular como lo han demostrado los resultados de las elecciones europeas en los últimos años.
Es claro que UE está en crisis, mientras Francia y Alemania se disputan el liderazgo en la toma de las grandes decisiones, los otros países le dan mayores prioridades a sus políticas domésticas que a la agenda común. Por eso una de las conclusiones más impotentes que llegó el Grupo de Sabios fue que la UE ante el lento crecimiento y la pérdida de competividad frente a otros actores en el ámbito mundial debe adoptar reformas que propicien un cambio de modelo que garantice mejores logros y más cohesión en las políticas integracionistas.
El Grupo de Sabios, por un lado, recomienda reformar el sistema financiero, fiscal y pensional. Por el otro, impulsar un cambio en la política migratoria para afrontar el envejecimiento de la población y por último plantea darle mayores prelaciones a las inversiones en ciencia y tecnología. Avizora que si Europa no invierte más recursos en esta materia se quedará más rezagada, porque como van las cosas calculan que dentro de dos décadas los asiáticos estarán a la vanguardia del desarrollo científico y tecnológico en el mundo.
El Consejo para el Futuro de Europa, otro centro de reflexión del cual también hace parte Felipe González, el excanciller alemán Gerhard Schröder y el economista Nouriel Roubini, entre otros expertos, entregó hace poco otras recomendaciones para sacar del marasmo a la UE. Este comité propuso que UE emita un paquete de eurobonos para financiar la deuda de los países en crisis y sugirió "establecer una visión de federación más allá del mandato económico y fiscal que incluya asuntos de seguridad, cambio climático, energía, inmigración y política exterior común". Además aconsejó una recapitalización de la banca, la adopción de un mecanismo para gestionar y solucionar insolvencias y una agenda para impulsar el crecimiento y la generación de empleo.
Indudablemente que Felipe González ha dado en el clavo al hacer un llamado a la refundación del organismo y, más aún cuando sostiene que "para lograr una corrección en rumbo es necesario acabar con los nacionalismos torpes que rezagan y marginan a Europa de las grandes decisiones mundiales". Y va más allá cuando señala "que Europa necesita de una visión capaz de enfrentar la actual coyuntura y las transformaciones que se están viviendo en el mundo con el nuevo reparto del poderío mundial".
Admite que la perdida de poder de Europa obedece en parte a la falta de comprensión del fenómeno mundial y por la recuperación de los nacionalismos poco inteligentes que han hecho que la UE pierda relevancia para los ciudadanos europeos. En su opinión lo que más lo angustia es que Europa no es consciente de que está en un tránsito histórico de era y de cambio de modelo. En conclusión: la UE va camino hacia un colapso con una población aferrada a los viejos paradigmas del eurocentrismo y renuente aceptar que las nuevas tecnologías en manos de una juventud vigorosa en otras regiones están revolucionado el mundo.
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