jueves, 25 de agosto de 2011
Grandes verdades científicas
II GRANDES VERDADES CIENTIFICAS
INTRODUCCION
El hombre empezó a pensar y lo primero que pensó fue: “ASÍ pensando lo haré mejor.” Y empezó a ser inteligente. Y empezó a perder facultades.
De su cerebro divino y perfecto no quedó más que un 20, un 15, quizás un 10 por ciento. El cerebro humano acababa de perder gran parte de sus facultades, quizás un 90%. Y como nada se puede perder hay que concluir que el cerebro del hombre actual se compone en un 10% de su antigua sabiduría y de un 90% representado por ese conocimiento humano de que son inteligentes.
A ese 90% de fantasiosa incoherencia le quiso dar una apariencia que justificara el absurdo de su soberbia presunción. Y se circundó de formas y a cada forma le dio un nombre, una definición. Y conservó en sus neuronas anquilosadas: forma y definición.
Y entonces dijo que uno y uno son dos y lo creyó hasta tanto la Cuántica de Max Planck le demostró que un poco más de uno y un poco menos de uno, también hacen dos, así como, un poco más de uno y un poco más de uno hacen un poco más de dos, o también que un poco menos de uno y un poco menos de uno hacen un poco menos de dos. De manera que, intrínsecamente, sea la expresión uno, sea la expresión dos, habían perdido su exactitud y por lo tanto la verdadera razón de ser, ya que las matemáticas por perder su axiomática exactitud, empezaban a demostrar su inconsistencia y su relativa efectividad. Mejor dicho, podían seguir siendo efectivas siempre que fuese aceptado, previamente, un relativismo funcional.
Toda la materia se merece una nueva consideración, partiendo de la necesidad de aplicar un concepto cuántico a toda consideración tangible; es difícil establecer límites una vez aceptado que un poco más de uno y un poco menos de uno al final siempre serán uno, una vez vista y aceptada esa infinita cantidad de instantes o moléculas, sin considerar si se está hablando de espacio-tiempo o materia-universo, será sumamente difícil encontrar’ el punto exacto, geométrico o cronológico donde un poco más de uno, empieza a ser un poco menos de dos.
Mucho más coherente sería olvidarse de la expresión representativa del uno y del dos, con sus infinitas etapas intermedias y limitarse a la aceptación de una pauta vibratoria. Aceptar la vibración, en el sentido explosivo e implosivo, en una permanente vitalidad cósmica variante entre sus signos negativos, que constantemente se proyectan hacia los positivos, y sus signos positivos, que constantemente contraen hacia los negativos.
¿Por qué entonces hablar de gases, de minerales, de vegetales y de animales, cuando es muy posible que existan vegetales un poco menos que animales y animales un poco más que vegetales? ¿Por qué insistir en la eficiencia de sus definiciones cerebrales, cuando no existe límite definido en el génesis universal que los circunda? Hasta ayer, el cobalto era un metal, hoy se está diciendo que es un vegetal; quizás hoy al vegetal, al cobalto se le puedan aplicar tratamientos experimentales fotosintéticos, clorofílicos. ¿Cuál sería la respuesta de la naturaleza?, ¿cuál sería la respuesta si aceptaran un criterio discriminativo nuevo, que acepte en lugar de la fórmula, una cantidad lámbdica con el criterio ondulatorio relativo correspondiente?
El día que dejen, definitivamente, en los archivos de los axiomas científicos del pasado, formas, grupos y creencias, descubrirán que los elementos en lugar de ser 256 o algo más, son sencillamente infinitos y por lo tanto infinitas sus características.
Extracto de:
SAO ME HA DICHO…
Coloquio Con Un Ser De Las Estrellas
FUNDACION SAO A.C.
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