LUZBY BERNAL

domingo, 15 de agosto de 2010

El mito LAKOTA de las cuatro flechas.

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Según este mito,
que me contó
Aurelio Díaz
Tekpankalli,
jefe espiritual de
la Iglesia Nativa
Americana de
Itzachilatlan, hace
mucho tiempo,
la humanidad
entera era una sola
y misma familia,
unida por una conciencia común.
Los jefes espirituales tuvieron una visión según la cual la humanidad tenía que dividirse en cuatro partes con el fin de que cada una de ella explorase un determinado aspecto de la condición humana. Así, fueron lanzadas cuatro flechas mágicas hacia las cuatro direcciones cardinales y la gente, dividida en cuatro familias, recibió el encargo de ir a buscar esas flechas y de volver al centro común.
Los que siguieran la flecha lanzada hacia el Norte deberían explorar y desarrollar la inteligencia racional, los que siguieran la flecha lanzada hacia el Sur, deberían explorar y desarrollar la conciencia corporal, los que siguieran la flecha lanzada hacia el Este, deberían explorar y desarrollar la conexión con el Espíritu, los que siguieran la flecha lanzada hacia el Oeste, deberían explorar y desarrollar el Corazón o los vínculos emocionales entre todos los seres. La visión incluía una profecía: la nueva Humanidad surgiría cuando las cuatro familias volvieran a unirse para poner en común el fruto de su exploración y de su desarrollo. Para los jefes espirituales lakotas de la actualidad, el siglo XXI es el momento histórico en el que la profecía va a realizarse.

Un mito es un mito, ya lo sabemos. Carece de valor científico e histórico y no debe ser juzgado con los criterios de la mente racional. No obstante, el mito moviliza en nosotros un impulso y proporciona una comprensión íntima que la mente racional es incapaz de generar.

Atendiendo al mito lakota, y aún corriendo el riesgo de una excesiva simplificación, podemos observar, en efecto, que la raza blanca (procedente del Norte) ha desarrollado enormemente la percepción racionalista de la realidad, lo que ha dado lugar al desarrollo de las ciencias, y de sus aplicaciones tecnológicas.

Al mismo tiempo, parece ser que la raza negra (situada en el Sur) es la que conserva la mayor fortaleza biológica, la mayor conciencia corporal. Así mismo, podríamos decir que las culturas situadas en el Oriente son las que han desarrollados la más sofisticada y avanzada tecnología interior gracias a la cual es posible la conexión con el Espíritu.

Y por último, es conocida la sensibilidad que los nativos americanos han desarrollado en su relación con el resto de los seres vivos que conformaron sus nichos ecológicos.

Tal vez haya llegado el momento, propiciado por la velocidad y la calidad de los sistemas de comunicación, en el que las distintas familias que conforman la Humanidad pongamos en común los logros alcanzados y limemos los excesos cometidos. Siento que la relación Oriente-Occidente debería ser concebida desde esta óptica.

Publicado por dilia mastronardi el agosto 4, 2010
Cusi Huasi

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