La situación de la mujer a lo largo del globo se
ve afectada por el machismo, ideología común a casi todas las sociedades y que hace daño y genera más división entre las personas; sin embargo, las mujeres que habitan occidente tienen algunas libertades satisfechas, no así las procedentes de Oriente Medio, donde la religión fundamentalista las obliga a ser meros instrumentos para continuar con la raza, sin permitirles casi nada.
Shirin Ebadi es una abogada nacida en Irán que lucha por los derechos de las mujeres y los niños en su país. Ha escrito dos potentes novelas donde ha volcado la realidad de los que son victimados día a día en su país, así hace su aporte para modificar en alguna medida la situación delicada que viven miles de personas en territorio musulmán.
Gracias a la impresionante labor de esta mujer es que en el año 2003 fue condecorada con el Premio Nobel de la Paz, lo cual la ayudó a darse conocer a un número mayor de gente, a que su nombre no pasara desapercibido y a que su denuncia constante fuera escuchada con más atención.
Obras que cuentan historias
En 2007 publicó su primera obra, que se tituló “El despertar de Irán“; una obra en la que se propuso contar a todo el mundo lo que acontece en su país. Asegura que su objetivo primero es conseguir que el sufrimiento que han padecido tantos iraníes se sepa en todos los continentes, y agrega que para ella, hablar de estas cuestiones le significó un golpe bastante duro pues, debió enfrentarse con su pasado, con recuerdos muy dolorosos y que le han resultado extremadamente difíciles. De todas formas, dice que está convencida que su deber es contar esas historias.
Posteriormente, en 2009 sacó su segunda novela “La jaula de oro”, que está basada en una historia real y narra la historia reciente de Irán, dejando ver claramente los signos de la intolerancia y la violencia presente en las calles de forma cotidiana.
Esta obra cuenta los dramáticos hechos que llevan a la destrucción de una familia iraní, debido a los intereses y a las ideas políticas. Son tres hermanos que eligen caminos muy diversos: uno se convierte en soldado al servicio del shá Reza Pahlevi, otro se hace un comunista militante y el tercero se vuelca por la causa de ayatolá Jomeini. Tres puntos de vista irreconciliables para ellos pero que a los ojos de las mujeres de su entorno se manifiestan como siniestros errores.
Shirin asegura que ha intentado reflejar los efectos de la República Islámica en Oriente Medio. Está convencida de que contar las vidas de las personas es la mejor manera de entender las realidades históricas en la que se desea profundizar, y que a través de la ficción es más sencillo llegar a las personas, es más fácil llamar su atención y obligarlos a involucrarse con lo que ocurre.
Una mujer de principios
Shirin asegura que, basándose en lo que dijera el sociólogo Ali Shariati: “Si no podéis acabar con la injusticia, dedicáos a airearla por todo el mundo”, dedica su vida a luchar por desvelar tantas cuestiones que no se tienen tan claras de este lado del charco; intenta mostrar al mundo las injusticias que ocurren en su país y pide a través de sus obras un acercamiento y un entendimiento hacia sus compatriotas, presas de una cultura que las encarcela y que no les permite desarrollarse libremente.
El trabajo de Shirin Ebadi comenzó cuando era muy joven, realizando actividades justicieras desde su espacio (es abogada) y participando en manifestaciones y actos de protesta; pero, luego de ser reconocida con el Nobel, decidió escribir ficción, porque consideró que era la mejor forma de luchar por la liberación de su pueblo.
Una vida dedicada a la justicia
La vida de Shirin Ebadi estuvo marcada por las injusticias, luego de terminar su carrera de abogacía, se convirtió en la primera mujer que ocupara un cargo de juez en su país; pero cuando se efectuó la Revolución Islámica de 1979 la depusieron y relegaron a hacer trabajos administrativos en el mismo juzgado que presidía. Desde entonces comenzó a luchar porque se le reconociera y se le permitiera ejercer su profesión. Recién en 1992 consiguió que se le permita y desde entonces ocupa el estrado de ese juzgado, defendiendo sobre todo a mujeres y niños privados de sus derechos.
De todas formas, debido a su constante lucha , se ha ganado muchos enemigos, recibiendo cartas de amenazas e incluso sufriendo varios intentos de asesinato, pero nada la ha hecho desistir de su trabajo.
Shirin cuenta que los periódicos del gobierno, la televisión y la radio la acusan de trabajar para Occidente, pero ellos saben bien que no es verdad, simplemente intentan corromper su reputación dentro del país, para evitar que la gente la escuche y la tome como un referente importante, agrega que por suerte no tienen éxito en esta tarea pues todo el pueblo es consciente de la verdad.
Dice:”La única intención de todos los que intentan asustarme es conseguir mi silencio, mantenerme callada, y yo no estoy dispuesta a darles esa satisfacción. Eso es lo que me da más fuerza”.