LUZBY BERNAL

lunes, 20 de septiembre de 2010

¿Cuál es el límite para sufrir por alguien?

Cuentan que una bella princesa estaba buscando consorte.

Aristocratas y adinerados señores habían llegado de todas partes para ofrecer sus maravillosos regalos... Joyas, tierras, ejercitos y tronos conformaban los obsequios para conquistar a tan especial criatura. Entre los candidatos se encontraba un joven plebeyo, que no tenía más riquezas que que el amor de su corazon y la perseverancia de amar sin verguenza... Cuando le llegó el momento de hablar, dijo: 
-"Princesa, te he amado toda mi vida. Como soy un hombre pobre y no tengo tesoros para darte, te ofrezco mi sacrificio como prueba de este amor... Estaré cien días sentado bajo tu ventana, sin más alimentos que la lluvia y sin más ropas que las que llevo puestas... Esa es y sera mi dote..." 
 

La princesa, conmovida por semejante gesto de amor, decidió aceptar: -"Tendrás tu oportunidad -dijo- Si pasas la prueba, me desposaras".  Así pasaron las horas y los días. El pretendiente estuvo sentado, soportando los vientos, la nieve y las noches heladas. Sin pestañear y con la vista fija en el balcón de su amada, el valiente vasallo siguió firme en su empeño, sin desfallecer un momento. De vez en cuando la cortina de la ventana real dejaba traslucir la esbelta figura de la princesa, la cual, con un noble gesto y una sonrisa, aprobaba la faena. Todo iba a las mil maravillas. Incluso algunos optimistas habían comenzado a planear los festejos.
 

Al llegar el día noventa y nueve, los pobladores de la zona habían salido a animar al próximo monarca. Todo era alegria y jolgorio, hasta que de pronto, cuando faltaba una hora para cumplirse el plazo, ante la mirada atónita de los asistentes y la perplejidad de la infanta, el joven se levantó y sin dar explicación alguna, se alejó lentamente del lugar.
Unas semanas después, mientras deambulaba por un solitario camino, un niño de la comarca lo alcanzó y le preguntó sin rodeos: -"¿Qué fué lo te que ocurrió amigo?... Estabas a un paso de lograr la meta... ¿Por qué perdiste esa portunidad?... ¿Por qué te retiraste?..."
 

Con profunda consternación y algunas lágrimas mal disimuladas, contestó en voz baja: -"Mi amada princesa no me ahorró ni un día de sufrimiento... Ni siquiera una hora... No merecia este amor..."   Que es lo que nos dice esta historia? Es acaso ¿Amar o Depender? Yo creo que el merecimiento no siempre es egolatría, sino dignidad. Cuando damos lo mejor de nosotros mismos, especialmente a esa persona que realmente gustamos o amamos, o cuando decidimos compartir nuestra vida, todo esto sucede cuando abrimos nuestro corazón de par en par y desnudamos el alma hasta el último rincón, o cuando perdemos la vergüenza, especialmente cuando los secretos dejan de serlo, al menos debemos de merecer una  comprensión que nos haga sentir mejor. 
 

 
Porque eso de que se menosprecie lo que sentimos, se ignore o se desconozca firmemente el amor que regalamos, incluso en algunos casos a manos llenas, es una desconsideración. Mas en el mejor de los casos, cuando amamos a alguien que además de no correspondernos desprecia nuestro amor y nos hiere a proposito, eso nos dice que estamos en el lugar equivocado. Esa persona no se hace merecedora del afecto que le prodigamos.
  
La cosa es clara: si no te siento bien recibido en algún lugar, empaco y me voy. Yo siempre he creido que nadie se quedaría tratando de agradar a alguien que no te acepta y menos disculpándote por no ser como le gustaría que tu fueras.... No, realmente yo creo que es mejor dar la vuelta y ver hacia el frente, a lo mejor hay alguien mas que te este esperando con deseos de sentirse feliz a tu lado.
 

En cualquier relación de pareja que tengas, no te merece quien no te ame, y menos aún, quien te lastime. Y, si alguien te hiere reiteradamente sin "mala intencion", puede que te merezca...
pero no te conviene.

  Carlos de Leon
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