LUZBY BERNAL

viernes, 31 de diciembre de 2010

Parashat Vaerá


El fuego del hielo | Parashá Vaera

 



Es sabido que la naturaleza tiene una manera de hacer eco en las emociones humanas. Este concepto, que se utiliza como un recurso literario conocido como “falacia patética o antropomórfica”, se encuentra fuertemente expresado en la porción de la Torá de esta semana, que describe siete de los 10 “Makot” o plagas que el Eterno virtió lluvias sobre los egipcios.
Curiosamente nos encontramos con que el número siete en la literatura cabalística representa a la naturaleza (טבע). En cierto sentido, se trata aca una historia en la que Hashem pone a la naturaleza de cabeza como un signo no sólo de sus caminos maravillosos, sino también en una señal de potestad divina sobre los actos atroces de los egipcios quienes fueron más que complices de Paró en la opresión de nuestros antepasados. En muchos sentidos, en su servicio servil a los dioses de su época, quienes abusaron indebidamente de las fuerzas de la naturaleza. Todas las cuestiones de justicia divina puestas a un lado, las cuales merecen un estudio aparte y profundo análisis, nos pueden llevar a encontrar en cada elemento de las plagas que se hace de alguna manera justicia o “midá k’neged midá”.
De hecho, “mei-Matok yatzá oz” (de lo amargo puede venir algo dulce) y es posible que del núcleo de la destrucción pueda derivarse una experiencia que provea herramientas para un mejor vivir y así mejorar nuestra condición humana. Consideremos como ejemplo la séptima plaga, la del granizo. El texto de la Torá dice que “Y hubo granizo y se encendía fuego en medio del granizo, muy gravemente, cual nunca había habido en toda la tierra de Egipto desde que fue nación.” (Shemot 9:24). Las palabras hebreas “ve’esh mitlakachat betoch habarad”,y se encendía fuego en medio del granizo, se describe en el comentario de Rashi como la representación de un milagro dentro de un milagro “de que había fuego y el agua congelada mezclados entre sí”. Y esto para cumplir la voluntad de su Creador, “beineihem asu shalom”, “que hizo la paz con los demás.” Y con el fin de complacer a su Creador, desafiaron las leyes de la naturaleza y se mezclaron entre sí, y trabajaron juntos para crear este fenómeno de la naturaleza.
Ciertamente, lo que en aquel entonces era granizo es lo que es granizo en la actualidad. Y esto representa la sucesión de una mezcla inusual de elementos opuestos en la naturaleza. En youtube se puede observar un video de una tormenta de granizo de gran magnitud, bolas congeladas de hielo caían sobre los automoviles con una ferocidad de fuego. Antónimos atmosféricos, que entonces y ahora, se manejan de alguna manera dentro del clima para coexistir. Y mientras que hay seguramente desesperación en medio de la devastación, aún puede haber en ello una lección moral para atesorar en este acto de Dios, es decir, el reto de crear en nuestro entorno, en medio de mejores y optimas circunstancias, alianzas poco probables, fomentando así asociaciones que contribuyan para el bien mayor de la humanidad en lugar de sembrar las semillas de la discordia y la aspereza. Es triste que muchas veces la tragedia sea la única situación que pueda hacer que facciones contrarias esten juntas. Es lamentable que la sociedad y la vida judía en particular, muy a menudo pueden ser definidas por lo que algunos llaman “el síndrome del aceite de oliva.” Así como el aceite usado para encender la ner tamid  en el Bet Hamikdash, era hecho del aceitunas exprimidas, la historia ha demostrado en repetidas ocasiones que brillamos mejor cuando se nos presiona o se nos pone bajo coacción.
Quizás el Todopoderoso, en esta séptima plaga, pretende exhortarnos a lograr de manera similar a lograr lo imposible e impensable, para cumplir su voluntad en una fusión de calma y preocupación.
Ni el fuego ni el hielo perdieron sus propiedades naturales o sus identidades separadas en el suceso de la plaga del granizo, pero se las arreglaron en ese momento para causar el efecto de fusión mediante sus voluntades. ¿Cómo y cuándo dejar de lado nuestras concepcionesy en ocasiones nuestros intereses por el bien de la comunidad y para cumplir con la voluntad de nuestro Creador? sigue siendo un reto formidable, dada la particularidad de personalidades y la intensidad de los intereses individuales. Pero los beneficios para la sociedad cuando las oportunidades para el crecimiento y la bondad cobran tanta importancia en el horizonte, es lo que debe llamarnos a esforzarnos cada vez más y más. Y así ser un granizo con el fuego de la Torá dentro, que caiga sobre todos los que nos rodean.




Beth HaDerech Congregation

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