LUZBY BERNAL

jueves, 30 de diciembre de 2010

UN GRITO ANCESTRAL


En el año 1854 el jefe indio Noah Sealth  respondió de una forma muy especial a la
propuesta del presidente Franklin Pierce de los EE.UU. para crear una reserva
india y acabar con los enfrentamientos entre indios y blancos. Suponía el
despojo de las tierras indias.




Noah Sealth, con su respuesta al presidente, creó el primer manifiesto en defensa del medio ambiente y la naturaleza que ha perdurado en el tiempo.  
El jefe indio murió el 7 de junio de 1866 a la edad de 80 años. Su memoria ha quedado en el tiempo y sus palabras continúan vigentes.  

He aquí unos fragmentos…

“… El gran jefe de Washington envió palabras de que desea comprar nuestra tierra. El gran jefe también nos envió palabras de amistad y buenos deseos.
Nosotros consideramos su oferta; sabemos que de no hacerlo así el hombre blanco puede venir con pistolas
a quitarnos nuestra tierra.
El gran jefe Sealth dice: “El gran jefe de Washington puede contar con nosotros sinceramente, como nuestros hermanos blancos pueden contar el regreso de las estaciones.
Mis palabras son inmutables como las estrellas
¿Cómo se puede comprar o vender el firmamento, ni aun el calor de la tierra? Dicha idea nos es desconocida.
Si no somos dueños de la frescura del aire ni del fulgor de las aguas, ¿cómo podrán ustedes comprarlos?
 
Cada parcela de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada brillante mata de pino, cada grano de arena en las playas, cada gota de rocío en los bosques, cada altozano y hasta
el sonido de cada insecto, es sagrada a la memoria y el pasado de mi pueblo.
Los muertos del hombre blanco olvidan su país de origen cuando emprenden sus paseos entre las estrellas, en cambio nuestros muertos nunca pueden olvidar esta bondadosa
tierra puesto que es la madre de los pieles rojas. Somos parte de la tierra y
asimismo ella es parte de nosotros.
Las flores perfumadas son nuestras hermanas; el venado, el caballo, la gran águila; estos son nuestros hermanos.
Las escarpadas peñas, los húmedos prados, el calor del cuerpo del caballo y el
hombre, todos pertenecemos a la misma familia.
Por todo ello, cuando el Gran Jefe de Washington nos envía el mensaje de que quiere comprar nuestras tierras, nos esta pidiendo demasiado.
También el Gran Jefe nos dice que nos reservara un lugar en el que podemos vivir confortablemente entre nosotros. El se convertirá en nuestro padre, y nosotros en sus hijos.
Por ello consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Ello no es fácil, ya que esta tierra es sagrada para nosotros.
El agua cristalina que corre por los ríos y arroyuelos no es solamente agua, sino que también representa la sangre de nuestros antepasados …             … Los ríos son nuestros hermanos y
sacian nuestra sed; son portadores de nuestras canoas y alimentan a nuestros
hijos.                                      
Si les vendemos nuestras tierras, ustedes deben recordar y enseñarles a sus hijos que los ríos son nuestros hermanos y también los suyos, y por lo tanto, deben tratarlos con la misma dulzura con que se trata a un hermano.

Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestro modo de vida.
El no sabe distinguir entre un pedazo de tierra y otro, ya que es un extraño que llega de noche y toma de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermana, sino su enemiga

y una vez conquistada sigue su camino.
Trata a su madre, la Tierra, y a su hermano, el firmamento, como objetos que se compran, se explotan y se venden como ovejas o cuentas de colores.
Su apetito devorara la tierra dejando atrás solo un desierto.
No existe un lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ni hay sitio donde escuchar como se abren las hojas de los árboles en primavera o como aletean los insectos.

Pero quizás también esto debe ser porque soy un salvaje que no comprende nada.
El ruido de las ciudades del hombre blanco parece insultar nuestros oídos. Y, después de todo, ¿Para qué sirve la vida, si el hombre no puede escuchar el grito solitario de los  pájaros ni las discusiones nocturnas de las
ranas al borde de un estanque?
Soy un piel roja y nada entiendo. Nosotros preferimos el suave susurro del viento sobre la superficie de un estanque, así como el olor de ese mismo viento purificado por la lluvia
del mediodía o perfumado con aromas de pinos.
El aire tiene un valor inestimable para nosotros, ya que todos los seres comparten un mismo aliento – el animal,
el árbol, el hombre, todos respiramos el mismo aire.
Enseñen a sus hijos que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, se escupen a si
mismos.  Esto sabemos: la tierra no pertenece al hombre; el hombre

pertenece a la tierra. Esto sabemos. Todo va enlazado, como la sangre que une a
una familia. Todo va enlazado.
Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. El hombre no tejió la trama de la vida; el es solo un hilo. Lo que hace con la trama se lo hace a sí mismo.
Después de todo, quizás seamos hermanos. Ya veremos. Sabemos una cosa que quizás el hombre blanco descubra un día: nuestro Dios es el mismo Dios. Ustedes pueden pensar ahora que
El les pertenece lo mismo que desean que nuestras tierras les pertenezcan; pero
no es así.     
El es el Dios de los hombres y su compasión se comparte por igual entre el piel roja y el hombre blanco...                                                                                   
… También los blancos se extinguirán, quizás antes que las demás tribus.

Contaminan sus lechos y una noche perecerán ahogados en sus propios residuos.
Pero ustedes caminarán hacia su destrucción, rodeados de gloria, inspirados por la fuerza de Dios que los trajo a esta tierra y que por algún designio especial les dio dominio sobre
ella y sobre el piel roja. Ese destino es un misterio para nosotros, pues no
entendemos por que se exterminan los búfalos, se doman los caballos salvajes,
se saturan los rincones secretos de los bosques con el aliento de tantos

hombres y se atiborra el paisaje de las exuberantes colinas con cables parlantes…

¿Donde está el matorral? Destruido. ¿Dónde está el águila? Desapareció... Así

la esencia de la vida comenzará a extinguirse. Terminará la vida y comenzará la
subsistencia…”
Estas bellas palabras son un grito ancestral.

El Hombre necesita recobrar su sentido de unidad con la vida y consigo mismo, y desde  ella  comenzar a construir un Mundo no solo nuevo sino mejor



LA PAZ ES EL PERFUME DE DIOS.
ARMANDO RODRIGUEZ MORALES

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