LUZBY BERNAL

lunes, 6 de diciembre de 2010

EL PENSADOR DE LA SILLA DE RUEDAS

EFE
Hawking padece esclerosis lateral amiotrófica desde 1962
No hay paz en la mente de Stephen Hawking. No hay sosiego en el cerebro que más se ha acercado al origen del Universo, ni puede haber tranquilidad para el hombre que ha robado a la muerte más de dos tercios de su propia existencia. No puede haber calma para quien ha logrado empujar a Dios hasta el borde mismo del espacio y del tiempo. Para quien, como él, sigue empeñado en no dejar un solo resquicio a lo inexplicable. Se habla de él como el sucesor intelectual de Einstein. Nació en Oxford el 4 de enero de 1942 y desde que era estudiante, en 1962, padece una esclerosis lateral amiotrófica que ha inutilizado todo su cuerpo. Pero sus limitaciones físicas, según dice él mismo dice, no han hecho más que favorecer su actividad mental. Todas las teorías las trabaja en su mente, utilizando como instrumento su memoria prodigiosa.
Si hubiera que enumerar las principales aportaciones de Hawking a la Ciencia, nos encontraríamos con cuatro bloques fundamentales: la teoría sobre la existencia de una singularidad en el origen del Universo; la emisión de energía térmica de los agujeros negros; el intento de unificar la Teoría General de la Relatividad con la Mecánica Cuántica; y su teoría sobre la pérdida de la coherencia y la capacidad de predicción de la Ciencia al aplicar la gravedad cuantizada a cualquier campo de la Física. En pocas palabras, ninguna teoría, ni siquiera las suyas, tendrían sentido alguno dentro de una singularidad. Por eso, para conocer de verdad «la mente de Dios» (el concepto con el que terminaba su «Historia del tiempo»), había que eliminar esos molestos puntos en los que el mismo tejido espaciotemporal de que está hecho el Universo deja de existir. Un Universo, por cierto, del que no excluye (nunca ha excluido) a Dios. Ya en 1993, en una entrevista a ABC, decía que «Dios puede haber creado las leyes que gobiernan el Universo, pero deja que el Universo evolucione de acuerdo con esas leyes y no las rompe jamás. Una ley no sería tal si sólo se cumpliera algunas veces. Y el hecho de que haya leyes universales que se cumplen siempre es la única base sobre la que se puede hacer Ciencia. En ese sentido, Dios empieza donde la Física termina».
ABC/sociedad

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